Lisinia Collazos Yule, mujer indígena nasa, lideresa, víctima del conflicto armado y feminista, o como ella dice jocosamente “Feminista, pero con hijos ( 3 hijos y 3 nietos) y marido”.
La vida de Lisinia está marcado por la guerra, víctima de la masacre del Naya en el departamento del Cauca, tuvo que huir con sus hijos y muchas familias más de la envestida paramilitar en aquel 10 de abril del 2001, “ese día mi vida cambio para siempre”.
Lisinia se ha erigido líder de las mujeres y de su comunidad Kite Kiwe como forma de resistencia al dolor, la injustica, la crueldad y de la misma guerra, su fuerza y contundencia en cada una de sus palabras y acciones devienen de sentirse poderosa y fuerte gracias a la memoria de sus antepasados y de los que la guerra le arrebató.
Ella es autoridad, no sólo en su resguardo, sino también autoridad para hablar de lo que significa la resistencia, la insistencia y la persistencia para reconstruir lo destruido por el odio y la indolencia, para hablar del empoderamiento de las mujeres indígenas y víctimas, de abanderar la lucha por los derechos de las mujeres, de las víctimas, de la verdad, la reparación, la justicia y la no repetición.
Activista de la ruta pacífica de las mujeres desde el 2002, atesora el encuentro de las mujeres en los plantones, las movilizaciones y la realización de mandalas, en donde se llenan los espacios de flores, de palabras, de símbolos propios de las mujeres en la diversidad, allí ella se olvida de todo, y se concentra en el compartir y el encuentro de la fuerza femenina, por eso le encanta salir “en gallada” con las mujeres. Lisinia tiene claro que uno de los mayores aprendizajes con la ruta ha sido el conocimiento de sus derechos como mujer, la lucha al interior de las casas con los maridos, ella ya sabe cómo manejar eso, para qué discusión si ya conoce sus derechos.
Para ella la construcción de paz pasa desde allí, de rechazar todas las formas de violencia, eso fue algo que “me maduro en el tema de paz, estoy convencida de lo que coloque en la propuesta, de lo que quiero y quisiera que fuera, es como la fe, no se ve, pero nosotras la creemos y la sentimos, eso es lo que he aprendido allí”.
Considera que como mujer indígena ha sido una experiencia muy bonita el estar en la Ruta, allí vivenció el respeto por lo que se piensa y se siente, evidenció la valoración y el reconocimiento de su cosmovisión y su apuesta como pueblo ancestral, ha sido gratificante y constructivo para ella el compartir con las mujeres campesinas, afro, urbanas y otras que también hacen parte de la Ruta, tanto así que las mismas compañeras indígenas la llaman y felicitan por el afinamiento de la relación con la Ruta sin perder su identidad y la invitan a compartir lo aprendido con ellas. Es un empoderamiento diferente.
Lisinia fue documentadora y testimoniante de la comisión de la verdad de las mujeres víctimas de la Ruta Pacífica, ese ha sido el honor máximo (para ella) al estar en la ruta, participar de la comisión, iniciar ese reto a pesar de los temores, le permitió entender que no había obstáculos para ella; cuando le explicó a sus compañeras de qué se trataba, ellas con miedo, Lisinia se convirtió en el puente de confianza para que las mujeres tanto de su comunidad como de su municipio quisieran hablar de lo que vivieron, sintieron y vieron. Con la comisión “pude encontrar verdades y también pude sanarme”.
Lisinia junto con su resguardo Kite Kiwe lideran uno de los procesos más avanzados en el país de reparación colectiva, concebido, palabriado y tejido por ellos y ellas para la memoria y el futuro de los nasas de la tierra floreciente (Kite Kiwe).
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